sábado, 9 de noviembre de 2013

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO

LA ORACIÓN: UN DIÁLOGO CON DIOS



Queridos hermanos y hermanas: En este domingo nos encontramos nuevamente en comunión con toda nuestra Iglesia universal frente  la Palabra de Dios ofreciendo  la acción de gracias y el banquete Eucarístico.


La primera lectura tomada del libro del Éxodo 17,8-16 nos invita ser vencedores de dificultades, especialmente en el combate espiritual, teniendo como armas eficaces: la oración, la penitencia y
la caridad, todo esto lo logramos desde una vida de comunidad, compartiendo y viviendo todos los escenarios y momentos de nuestra existencia. En el mundo de hoy las familias están llamadas a ser vencedoras de dificultades viviendo un encuentro continuo y cotidiano con Dios.

En el subir al monte que es lugar de intimidad y de alabanza, se nos llama a  reconocer a Dios como Todopoderoso y eso es lo que hacemos hoy como familia católica al congregarnos alrededor de la palabra y del altar, como iglesia debemos hacer vida las enseñanzas de Jesús,  reconocer que somos necesitados de su amor y por eso hoy elevamos nuestra acción de gracias por todos los momentos difíciles, pero también por los buenos momentos que el Señor nos ha permitido experimentar durante esta semana.


Pablo en la segunda carta a Timoteo (2 Timoteo 3,14 - 4,2) nos insiste en que seamos fervientes y fieles en la fe  que hemos aprendido y vivido gracias a nuestra Iglesia y a nuestros padres;  Es decir que debemos tomar la sabiduría de Dios que está dada por medio de su Palabra que nos enseña a vivir rectamente, a ser profetas para anunciar a Cristo que es vida y denunciar el pecado que es muerte y destruye comunidades, familias  y personas.


En el evangelio San Lucas 18, 1- 8. Encontramos a Jesús que hace insistencia en la necesidad en la oración y nos deja claro que así haya injusticia, indiferencia o dificultades cuando el hombre es
perseverante su oración es escuchada
la figura del juez injusto evoca algunos acontecimientos que se viven en el mundo de hoy: injusticias, infidelidad, egoísmo, mentira, negación de Dios, rencor, odio… que en muchos casos llevan al ser humano a la desesperación, la pérdida del sentido de la vida, inclusive a la pérdida de su fe; en cambio la figura de la viuda nos lleva a sentir y vivir la realidad de muchas personas que son manipuladas, excluidas, engañadas,menospreciadas y lastimadas; Podemos ver muchos hogares que han perdido la esperanza por la infidelidad, el maltrato físico, verbal y psicológico, el abandono de los hijos, la corrupción, la injusticias por parte de nuestros gobernantes.


Después de ver el significado de estas dos figuras vale la pena resaltar la actitud de la viuda en cuanto a su insistencia en pedir justicia ante el juez; en consonancia con lo anterior, nosotros debemos ser insistentes en nuestra oración a pesar de las dificultades que se nos puedan presentar como la enfermedad, la pobreza, la indiferencia social, la discriminación, el desprecio y tantas otras; cuando el hombre está con Dios y hace de la oración un encuentro y un camino, su vida toma sentido, su familia es el núcleo del amor, su trabajo dignifica su hogar y las circunstancias difíciles de la vida lo purifican para construir y vivir el Reino de los cielos.





SINTONÍZATE CON DIOS:
Durante esta semana lucha por vivir
1. No te desesperes, ante las dificultades llena tu vida y tu corazón de oración.
2. Sé insistente en la oración, pues el que persevera alcanza
3. Durante la semana no reniegues de Dios, al contrario agradécele tus dificultades y ofrécelas como medio de santificación
--
Afectísimo en Cristo Jesús:
José Camacho. Pbro.

... Padre, cuénteme un cuento:

EL MATRIMONIO DE RUPERTA:

"Lo del casorio de la Ruperta, dicen que fue así. Ella trabajaba de maestra en el colegio de las monjas donde iba su sobrina. Antes de comenzar sus horas de clase, solía hacer una disparada hasta la capilla para satisfacer sus devociones. Y de paso, tratando de que nadie la viera, le hacía un saludito a San Antonio, que desde su hornacina atendía los pedidos referentes a su especialidad. La verdad es que nunca se lo rezó en forma demasiado confesada. Pero con el saludo de la Ruperta, seguramente el santo comprendía los sobreentendidos que se contenían.


El que sí convertía su rezo en un pedido explícito, era quien sería su futuro esposo. Cada mediodía, cuando acababa su trabajo, no dejaba de arrimarse hasta la capilla del colegio y, sin rubor alguno, se iba derecho a San Antonio y masculinamente, sin vueltas, le suplicaba le diera una manito para conseguir compañera. Ya tenía la casita terminada, y casi cumplidos los cuarenta. No podía darse el lujo de entretenerlo a San Antonio con indirectas. 

Por eso, su súplica era muy concreta, y el tiempo la había vuelto insistente:


-¡San Antonio Bendito, conseguime novia!


La plegaria, como digo, se fue volviendo insistente, y terminó por ser casi agresiva. Porque el hombre estaba dispuesto a pagar cualquier precio, con tal de ser escuchado. Prometió velas, le compró flores, le ponía plata en la alcancía. Y sobre todo le rezaba. Oración que se prolongaba en cuanto al tiempo y se intensificaba respecto al contenido. Al final ya se transformó en algo que tenía bastante poco de súplica, y mucho de amenaza.



Un día la cosa tenía que explotar. Porque aparentemente el santo se mantenía imperturbable, sin siquiera dignarse responder a su devoto peticionario.


Firme en su hornacina, no decía ni sí ni no. Simplemente lo miraba con sus celestes ojos de vidrio, como atendiendo sin comprender la pena del pobre hombre. La pena un día se hizo rabia, y ésta estalló. Poniéndose de pie frente al santo lo tomó de la sotana y levantándolo en peso le pegó una sacudida, mientras le decía:


-¿Me vas a escuchar, o no, de una buena vez? ¿Hasta cuándo, me vas a tener penando? Un día voy a perder la paciencia y te voy a tirar por la ventana, santo y todo como sos.



Asustado casi por su propia irreverencia volvió a colocar la imagen de madera en su lugar,
esperando que su actitud hubiera impresionado al santo. Pero al día siguiente todo estaba igual. Y esta vez la cosa fue en serio. Porque luego de la sacudida, literalmente el santo fue tirado con violencia por la ventana alta de la capilla que daba al patio. Justo en el momento en que Ruperta abandonaba el aula para regresar a su casa. Tan justo fue, que la imagencita así arrojada fue a estrellarse contra la espalda, provocándole un susto mayúsculo. Al descubrir la causa, recogió la imagencita, y hecha una fiera entró como tormenta en la capilla. Se dirigió enérgicamente donde estaba el pobre hombre, que asustado no sabía qué hacer. No había sido esa su intención. Pero lo mismo tuvo que escuchar el tremendo chaparrón que se le descargó encima.



Apagado el fuego inicial, vino la parte referente a las disculpas y excusas, luego la de la reconciliación y finalmente la de las confidencias. Al mes ya estaban semiarreglados. Al poco tiempo la cosa ya era algo en firme.


La mañana en que se casaron en la capilla del colegio de las monjas, cuando salían tomados de la mano y bajo los arpegios del armonio familiar, instintivamente ambos miraron hacia la imagencita del santo. Y hubieran jurado que éste les había guiñado el ojo.


"A veces los fuertes en las dificultades llegan a arrebatar el cielo. En todo caso, la insistencia es un ingrediente importante en la oración de petición. Está en los evangelios".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjanos tu opinión